lunes, 18 de julio de 2011

Papá, mamá: Ayúdenme a ahorrar

Por Javier Angulo

Papá y mamá tienen una influencia poderosa en los hijos e hijas: ¡cuando sea grande quiero ser como papá o como mamá! ¿Que implicaría esto para sus hijos e hijas?
Según una estadística de elaboración propia, realizada hace poco tiempo, el 50% de las personas no fueron enseñadas a ahorrar. Compruébelo usted mismo, pregunte a sus vecinos para que lo corrobore: ¿le ensañaron a usted sobre finanzas en la escuela? ¿Les enseñan a sus hijos e hijas cómo gastar adecuadamente los recursos materiales en la escuela?
En las escuelas no se enseña educación sobre finanzas, por lo que es en el hogar donde se deben aprender estos conocimientos. La influencia de los padres es fundamental en la formación de hábitos y valores financieros a los pequeños/as. Por lo que en la escuela, desde que se les proporciona dinero a los hijos e hijas, se puede, y debe, enseñarles a valorar y administrar esas monedas y billetes. Así, es beneficioso para los hijos que aprendan de dónde proviene el dinero y cómo elaborar prioridades y estrategias para gastarlo correctamente.
Ahora bien, es de suma relevancia la intervención de papá y mamá en la educación de sus hijos e hijas, sin embargo, queremos reforzar y motivar a todos los papás a que se involucren de manera activa en la crianza de sus pequeños/as, y a ser verdaderos modelos dignos de imitar, observe los siguientes ejemplos:
Errores comunes de papá:
No hacer nada para educar: “Haga lo que quiera”.
Dejarlos a la esposa: “Velo vos” “Pregúntele a su mamá”.
Sólo regañar: “Eres un/a desobediente, un/a inútil”.
Ser irresponsable y mal ejemplo: “Gastador impulsivo” “Gastar en vicios”.
Pelear con mamá por dinero: Siendo mandón o grosero.
Importancia del tiempo en familia para transmitir valores a los hijos e hijas
Veamos brevemente la investigación elaborada por Allied C. Ovalles, Criminólogo, quien estudió cómo influye la familia en la incidencia criminal de los menores de edad. Él trabajó en los años del 2000 al 2003 con 143 adolescentes de ambos sexos, con edades entre los 12 y 17 años, recluidos en una correccional para menores de Venezuela. Entre algunos de los resultados de esta valiosa investigación están los siguientes.
-El 60% de los/as adolescentes vivían con padrastros/madrastras u otro familiar y sólo 38,3% con ambos padres.
-Los adolescentes que vivían sólo con uno de sus padres, o con padrastros y madrastras tendían a ser más agresivos y desobedientes en la Institución.
Otra investigación realizada por la Universidad de Minnesota, con la participación de 806 adolescentes de Estados Unidos indicó que existía una menor incidencia de consumo de estupefacientes en aquellos adolescentes que comían regularmente con sus familias, es decir, un mínimo de cinco veces a la semana.  Especialmente en las chicas al pasar tiempo con sus familias disminuía en un 50% la frecuencia del consumo del licor, los cigarrillos y la marihuana. Por lo que es indiscutible que la participación de papá en la crianza de sus hijos más que necesaria es vital.
Educando en Finanzas
 ¿Qué puede hacer papá para que sus hijos ahorren?
1.    Dar el ejemplo. Junto con su hijo ahorre usted también y cuéntele a él y/o ella sus planes de ahorro así como el propósito. 
2.    Dar una mensualidad: Cuando los niños asisten al centro educativo es bueno darles pequeñas cantidades de dinero para que aprendan a administrarlo. Esta es una gran oportunidad para enseñarles a ahorrar. 
3.    Fijar metas junto a ellos: Se pueden fijar pequeñas metas e inicialmente premiarlos para incentivarlos. Por ejemplo, si necesitan reunir una equis cantidad de dinero podemos decirles que por cada 10 que logren juntar nosotros les daremos otros dos. De esa manera se agregan incentivos y se les enseña poco a poco el concepto de intereses.
4.    Enseñe a gastar: No sólo ahorrar es clave, sino también el aprender a usar el dinero. Es un buen hábito el sentarse con ellos y ayudarles a hacer los cálculos de sus cuentas, en qué quieren gastar el dinero y cuánto tienen, así como a fijarse metas a futuro. Ayúdele a definir cómo gastarlo. Ayudémoslos a conformar una lista con las cosas que querrían comprarse, con su correspondiente valor. Una vez elaborada la lista sume el valor de cada cosa, si el dinero no les alcanza para todo lo que querrían (como es de esperar), incentivémoslos a que asignen prioridades.
5.    Respete sus decisiones de ahorro y metas: ¡Fundamental! Si su hijo o hija decidió comprar un reproductor de música muy costoso con sus ahorros y usted no está de acuerdo, respete la decisión de él o de ella. Como papás queremos lo mejor para nuestros hijos, y parte de ellos es dejar que asuman las consecuencias de sus decisiones, buenas y malas.
Recuerde:
-Motive a su hijo o hija a ahorrar, y junto con él o ella ahorre usted también.

Bibliografía
-Haskel, David (s. f.). Finanzas, cuanto antes aprendan mejor. Recuperado de:http://www.conpoder.com/familia.html
-Ovalles Rincon, Allied C. (2007). Incidencia de la disfunción familiar asociada a la delincuencia juvenil.Cap. Criminol.,  vol.35, no.1, p.85-107. Merida, Venezuela. Recuperado dehttp://www2.scielo.org.ve/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0798-95982007000100004&lng=es&nrm=iso

Agradecemos a Enfoque a la Familia, Costa Rica y a su departamento de medios de comunicación por permitirnos compartir este artículo, si desea más información puede visitar su página en internet ingresando a: http://www.enfoquealafamilia.com






Mi hijo (a) adolescente va a tener un bebé

Claire de Mezerville
Una situación para la que los padres y madres definitivamente no están preparados es el embarazo de una hija adolescente.  Así mismo, la noticia de que el hijo adolescente será padre puede ser devastadora en esta época en que se ha empezado a superar la cultura patriarcal que no solo permitía sino que también avalaba la paternidad sin responsabilidad.  En medio de la tormenta de pensamientos en cuanto a las consecuencias “sociales”, implicaciones económicas y repercusiones para el futuro del hijo o hija adolescente, de la situación, es difícil discernir cual es la mejor forma de comunicarnos eficaz y asertivamente con él o ella en el justo momento que más necesitan de nuestra orientación, apoyo y amor incondicional.   Muchos padres piensan “¿cómo tratar a un niño que ahora tendrá que criar a otro niño?” ¿Cómo afrontar los propios sentimientos de culpa, dolor, enojo, frustración? ¿Cómo mantener nuestra relación de padres para con nuestros hijos, al sentir que la vida, irremediablemente, tendrá que cambiar?
Es importante que los padres tomen en consideración que es común experimentar sentimientos intensos de duelo, tristeza, e inclusive culpa o enojo. No obstante, es necesario tomar en cuenta que, ética y psicológicamente, su hijo y el bebé que viene en camino, necesitan su apoyo.
Se debe reconocer sin embargo, que es difícil y  complicado poder manejar “controladamente” nuestras emociones, pensamientos y preocupaciones ante una circunstancia en la cual todos los miembros de la familia se verán afectados de una y otra manera y así también la dinámica  familiar. No obstante, es necesario hacer un esfuerzo titánico y tomar rienda de la situación, de los pensamientos, sentimientos y emociones; y actuar y reaccionar de la forma más beneficiosa para todos.  Sin lugar a duda, en este momento la premisa es el adolescente y la criatura por nacer y el norte a seguir en cuanto la forma de interactuar con él o ella debe estar marcado por el apoyo, la empatía y el amor incondicional.  Son en estos momentos de gran dificultad y turbulencia,  en que una actitud generosa y llena de amor, genera el ambiente propicio y las formas de interacción correctas en procura del bienestar de de todos los miembros de la familia.
El ser humano integral
Tanto el embarazo no deseado, como las enfermedades de transmisión sexual en nuestros hijos adolescentes son síntomas de un problema más grave y profundo: un manejo descuidado de la sexualidad en etapas de la vida en las que los jóvenes aún no están preparados para un compromiso. La sexualidad sana, idealmente, es aquella en la que el respeto, el compromiso y el amor preceden a una relación de pareja estable y madura. Esto es así porque entendemos el ser humano como aquel que se ha formado en un contexto histórico y social, quien, integralmente, comprende dimensiones fisiológicas, espirituales y psicológicas. No podemos limitarnos a pensar en nuestros hijos como víctimas de sus hormonas, o como simples irresponsables en el manejo de sus responsabilidades. La realidad es más compleja.
Un embarazo, necesariamente, abre el escenario para conversar acerca de sexualidad. El hecho de descubrir que nuestros hijos sean sexualmente activos no quiere decir que tengan la información correcta, o que tengan una comprensión clara de su lugar como personas y de su dignidad.
Este es el momento de hablar sobre respeto, amor y cuidado personal. Del mismo modo, como adultos responsables, es fundamental guiar a nuestros hijos respecto a la necesidad de los cuidados prenatales necesarios. Médicamente, es fundamental la asesoría y consejo para fomentar el desarrollo sano del bebé. Aún en medio de un panorama confuso y tenso, esta criatura necesita un entorno favorable para crecer y para prepararse para vivir.
Preparándonos para una nueva etapa
Ante la noticia del embarazo de su hija o la paternidad prematura de su hijo, es muy importante reflexionar acerca de la forma en la que se ha hablado -o no hablado- de sexualidad dentro del seno de la familia. Resulta contraproducente permanecer en el reproche respecto a la actividad sexual prematura. Es necesario fijar los ojos en lo que está por delante.
Comentarios como los siguientes no ayudan a mejorar la situación, más bien hieren profundamente y deterioran la relación familiar (la cual, ya de por sí, está atravesando una crisis):
 -“Usted perdió la más valioso”.
-“Ya nadie la va a respetar”
-“Usted verá que hace porque nadie la/lo va a ayudar a ver por esa criatura”
-“Ahora todo el mundo la va a ver diferente”.
-“Su vida se estropeó”.
-“Usted es una cualquiera (o cualquier adjetivo semejante)”.
Esto no quiere decir que haya que reprimir los sentimientos y la dificultad de este tiempo. Sí es muy válido expresar las propias emociones. Es recomendable y saludable que los padres busquen algún tipo de consejería y apoyo, así como elaborar los procesos que les permitan “perdonar” a sus hijos, por no responder a sus expectativas, acerca de la vida que deseaban para ellos. Algunas cosas que sí es necesario expresar son las siguientes:
 -“Te amo, pero estoy molesto (a)”.
-“La vida va a cambiar”.
-“Usted tiene que asumir con valentía las nuevas responsabilidades”.
Este es el momento para preparar a sus hijos para ser papás. Es prematuro: es cierto. Es inesperado e implica sacrificios, pero la vida continúa. Es necesario que, en el hogar, se pueda crear un ambiente para asumir una nueva etapa.
¿Cómo hablar de sexualidad si mis hijos adolescentes ya son papás?
La sexualidad más segura y satisfactoria es la que se vive dentro de un compromiso de por vida. Un adolescente aún no tiene la madurez ni las condiciones para establecer compromisos permanentes. Aún si los hijos ya han manifestado que son sexualmente activos, es necesario hablar abiertamente acerca de las repercusiones que tiene, sobre el desarrollo del proyecto de vida, el tomar decisiones conscientes respecto al manejo de la propia sexualidad.
Independientemente de los eventos presentes; cuales serán las decisiones que se tomarán para la vida que está por delante (respecto a la relación con el otro progenitor del bebé, respecto al uso del espacio dentro de la casa, respecto a los roles en la crianza del bebé).
Del mismo modo, es importante que la casa de los padres sea un espacio en el que se respeten los valores que el hogar mismo ha estipulado. Como padres, no pueden evitar que sus hijos tengan una sexualidad activa, pero sí pueden hablar sobre cómo, en su rol de papás, aún procuran hacer valer sus principios en la casa y cuidar a sus hijos.
Aún cuando es delicado, es importante guiar a los hijos para que ellos asuman su rol de padres y no de “hermanos mayores” de sus propios niños. Como papá y como mamá, usted tiene autoridad sobre su hijo, pero, de igual forma, él (o ella) es quien deberá tener autoridad guiada sobre el bebé.
Finalmente…
Nunca retire el afecto, como modo de castigo o de “venganza” ante un embarazo no deseado. Es válido expresar dolor, es válido molestarse e incluso tomar una breve distancia que le permita pensar y recobrar la calma. No obstante, en este momento sus hijos lo necesitan más que nunca. Papá, este es el momento de ser papá. Mamá, este es el momento de ser mamá. Es tiempo de perdonar. Es tiempo de guiar y de prepararse para nuevos comienzos. Es tiempo de perseverar y de amar.

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La tartamudez


Nathalia Calderón
Directora del CELA (Centro Especializado en Lenguaje y Aprendizaje).
Terapeuta de Lenguaje, Máster en Psicopedagogía, Máster en Administración Educativa y Licenciada en Educación Especial. Especialista en problemas de aprendizaje UNED.
Colaboradora del programa "Buen Día" 


Cuando hablamos de disfemia o tartamudez  tenemos que tomar en cuenta  que nos encontramos ante un trastorno funcional de la comunicación oral, que afecta el ritmo articulatorio de la palabra y que no deriva de ningún tipo de anomalía de los órganos fonatorios.  Se trata, además, de un trastorno que exige la presencia de uno o varios interlocutores para que pueda evidenciarse. 
La tartamudez, de etiología (de origen) desconocida, es un trastorno del habla que engloba múltiples manifestaciones (lingüísticas y no lingüísticas).    En las personas de habla disfémica se aprecian disfluencias en el habla y la comunicación, caracterizada por una serie de bloqueos, repeticiones o prolongaciones de sonidos, sílabas o palabras (monosílabos), durante la emisión del discurso.  La diferencia entre un habla disfémica y un habla tildada de “normal” reside en la velocidad de la emisión verbal, en la producción de los elementos prosódicos del lenguaje y en la falta de fluidez del mensaje. 
El manual mundial DSM-IV, entiende el tartamudeo como una alteración de la fluidez y de la organización temporal normales del habla, caracterizada por concurrencias frecuentes de uno o más de los siguientes fenómenos:

*           Repeticiones de sonidos y sílabas.
*           Prolongaciones de sonidos.
*           Interjecciones.
*           Palabras fragmentadas.
*           Bloqueos audibles o silenciosos.
*           Circunloquios para sustituir palabras problemáticas.
*           Palabras producidas con un exceso de tensión física.
*           Repeticiones de palabras monosilábicas.

Sucede que las personas de habla tartamuda se muestran incapaces de coordinar la actividad fonorrespiratoria con los órganos de la articulación. 
El factor de la herencia no está probado con certeza, pero en general, aceptada. Empero, para BOOME, la disfemia no se hereda, sólo es hereditaria la inestabilidad nerviosa individual, que queda latente mientras no haya factores exógenos que la pongan en manifiesto.
Sin lugar a duda, es una alteración de la comunicación (más que del lenguaje) consistente en una falta de coordinación motriz de los órganos fonadores que se manifiesta en forma de espasmos que alteran el ritmo normal de la palabra articulada.
El desarrollo sano de un niño comprende una fase de balbuceo o repetición de ciertas sílabas mientras habla; esta etapa puede prolongarse e iniciarse la tartamudez en un ambiente predispuesto o cuando los padres adoptan una actitud demasiado rígida y exigente con sus hijos.
El síntoma más sobresaliente es el bloqueo espasmódico que interrumpe o impide la emisión de la palabra. El espasmo puede ser tónico (lapso de tiempo antes de comenzar el discurso que, una vez iniciado, ya fluye bien) o clónico (repetición de letras o sílabas al principio, centro o final de las palabras) o mixto.
Además el paciente se muestra ansioso, angustiado y, en su esfuerzo por vencer el espasmo, presa de una gran tensión muscular y emocional, con rictus faciales, rubor y transpiración excesiva (sobre todo en manos). Como reacción, puede aparecer miedo a hablar con evitación de situaciones donde es preciso hacerlo, sobre todo, si son nuevas o con personas especiales, mutismo defensivo, tendencia al aislamiento, acentuación de la timidez y reacciones depresivas de distinto grado. Es frecuente, además, encontrar en estos niños cuadros agregados de enuresis y trastornos del sueño.   El ritmo del habla es acelerado (taquilalia); aparecen disartrias (sustituciones y omisiones) según la velocidad del habla.
Algunos consejos fundamentales son los siguientes:
  • Crear ambientes favorecedores de la fluidez.
  • Introducir algunos cambios en su estilo de vida, buscando alejar a la niña de situaciones estresantes.
  • Modelado indirecto, se le ofrece al niño un modelo de habla que haga desaparecer la tartamudez, en un ambiente de juego y sin ningún tipo de exigencia.  La idea es evitar que el niño se haga consciente de su problema, al no mencionar la tartamudez en forma constante (debido a que se puede lesionar su autoestima).
  • Ofrecer al niño un modelo favorecedor de la fluidez: habla algo más lenta de lo normal.  Todo en un contexto comunicacional no exigente. 
  • Animar al niño, a imitar a los padres, siempre en baja exigencia.  Son útiles  las imágenes para describir esta forma de hablar “hablamos como caracoles” y mucho apoyo gestual para modular el habla.
  • Escuchar al niño sin apurarlo.
  • Crear estilos comunicativos que impliquen baja presión para los niños.
  • Dar tiempo para hablar, para que pueda expresar cómodamente su mensaje.
  • No interrumpirlo cuando habla  ni dejar que  él interrumpa a los demás.
  • Formular preguntas una a la vez y sólo las necesarias.
  • Hablar con frases cortas y con un lenguaje fácil, es decir, adecuado  para su edad.
  • Evitar decirle: “pare, vuelva a empezar”,  “no te apures”, “hable despacio”.  Las indicaciones de este tipo aumentan la tensión.
  • Comunicarse con él no solo verbalmente: acariciarlo, mirarlo, tocarlo, aceptarle juegos no verbales.
  • Tener presente que la DISFEMIA no afecta la capacidad intelectual de las personas. 
  • El niño no debe evitar tartamudear.  Debe tartamudear lo más natural y cómodamenteposible y con la menor tensión.  Si evita tartamudear, el autoestima es influenciado por el problema de comunicación y esto desencadena actitudes viciosas.
  • Darle todo el tiempo para hablar y descubrir que la ansiedad es nuestra al esperar que termine.
  • No interrumpir su mensaje.  No completar lo que dice o terminarle la frase.
  • El niño o niña que tartamudea se vuelve muy sensible a lo que “lee” en la cara de quien escucha: no poner caras extrañas ni mostrar ansiedad.
  • Aceptarlo y quererlo así, no es enfermo.  Los bloqueos retroceden cuando la comunicación es esencial y se siente aceptado y cómodo.
  • Evitar las burlas que pueden ser muy dolorosas para el niño DISFEMICO y deben ser eliminadas tanto como sea factible, éstas paralizan, tensionan, llena de resentimiento y tristeza. 
¿Cuándo buscar ayuda?:
Entre los 18 meses y los siete años de edad, muchos niños atraviesan períodos de disfluencia del lenguaje vinculada a sus esfuerzos por aprender a hablar. Los niños de entre 18 meses y tres años de edad con disfluencia normal suelen repetir los sonidos, las sílabas y las palabras, casi siempre al iniciar una oración. Por lo general, esto ocurre en una de cada diez oraciones.
Después de los tres años de edad, el niño con disfluencia normal no suele repetir sonidos o sílabas sino palabras ("No-no-no puedo.") y frases completas ("No puedo-no puedo-no puedo ir".) También es común que usen "expresiones de relleno" como "eh" y "um", que cambien de tema en medio de una oración, que se corrijan y que dejen oraciones sin terminar. Los niños normales pueden manifestar disfluencia en cualquier momento, pero ésta tiende a aumentar cuando están cansados, entusiasmados, agitados, o se les está apurando para que hablen. También pueden perder fluidez cuando hacen o contestan preguntas.
La falta de fluidez de estos niños puede hacerse más frecuente por varios días o semanas o casi desaparecer por semanas o meses y después reaparecer.  En general, los niños con disfluencia normal parecen no estar conscientes de ella y no muestran sorpresa o frustración ante sus errores. Las reacciones de los padres suelen ser más diversas. La mayoría de los padres o no notan estas faltas de fluidez en sus hijos o las consideran normales.
Algunos padres, sin embargo, pueden mostrar extrema sensibilidad al desarrollo del lenguaje de sus hijos y preocuparse innecesariamente por lo que es un comportamiento normal.
La tartamudez leve, en cambio, se manifiesta con mayor regularidad. Puede que ocurra sólo en situaciones específicas, pero es más probable que se repita en estas mismas situaciones, día tras día. Un tercer indicio de tartamudez leve es que el niño se muestre, quizás no profundamente preocupado por su problema, pero sí momentáneamente avergonzado o frustrado. En esta etapa del trastorno, el niño puede incluso preguntar a los padres por qué le cuesta tanto hablar.
La reacción de los padres a la tartamudez leve varía. En su mayoría, se sentirán al menos un poco preocupados y se preguntarán qué deben hacer y si ellos son los culpables. Unos pocos ni se darán cuenta de que existe un problema. Otros podrán sentirse muy preocupados pero negarlo en un principio.
Los niños con tartamudez grave dan muestras de gran tensión, esfuerzo físico y lucha por esconder su tartamudez y pueden incluso evitar hablar. Aunque la tartamudez grave es más común entre los niños mayores, puede surgir en cualquier momento entre el año y medio y los siete años de edad. En algunos casos, aparece después de un período de tartamudez leve de meses o hasta años de duración. En otros casos, surge de repente, sin que la preceda un período de tartamudez leve.
La tartamudez grave es más probable que persista, especialmente en aquellos niños que han tartamudeado por 18 meses o más, aunque algunos se recuperarán de manera espontánea. La frustración y la vergüenza que genera esta dificultad pueden infundir en el niño el miedo a hablar. El niño con tartamudez grave suele mostrarse nervioso o defensivo en situaciones donde espera que le pidan que hable. Aunque es probable que tartamudee todos los días, se le notará más algunos días que otros.
Para poder diagnosticar una disfemia en niños (as),  por tanto el sujeto ha de ser mayor de 5 años.  Si el niño tiene entre 5 y 7 años estamos ante una disfemia primaria (disfluencia). Es el momento óptimo para la intervención.  
Si el niño tiene entre 7 y 10 años estamos ante una disfemia secundaria: el niño presenta un agravamiento de los síntomas y se hace plenamente consciente del trastorno, por lo que empieza a adoptar estrategias evitativas como cambiar la sintaxis de las frases o palabras por sus sinónimos para lograr enunciados más fáciles de pronunciar. Además el niño o niña ya tendrá problemas sociales con sus compañeros
No existe un programa de intervención único, o técnicas especificas universalmente aceptadas. En lo único que hay acuerdo es que la intervención debe ser pluridimensional, no hay una única intervención.
Lo más importante que se debe saber es, que existen técnicas que ayudarán al paciente a disimular  “atenuar” su disfemia;  pero es recomendable  practicarse todas para determinar cuál le es más provechosa.  También se practican ejercicios para controlar  el ritmo, la velocidad, la prosodia, la  respiración  y la articulación, que se ven afectados.
Es conveniente entrenar al niño en el uso del lenguaje lento para hablar mejor a través del relato de cuentos y de una ejercitación y un manejo apropiado de las emisiones del terapeuta  y las respuestas del niño (a).  Se busca obtener  el estiramiento de cada sílaba con los elementos suprasegmentales conservados.   Se aprende la diferencia entre rápido y lento a través de narraciones y actividades comprensivas, discriminativas y expresivas. 
La fluencia verbal se considera cuando el niño o niña es capaz de emitir dos palabras seguidas; en este estadio el niño comete numerosas repeticiones, lo que es “normal”, clásicamente denominado tartamudeo primario o fisiológico.   Las repeticiones van disminuyendo  entre las edades de 2 a 7 años (como etapa máxima). 
Sin embargo, si las alteraciones en la fluidez del lenguaje suelen continuar y se empiezan a observar movimientos y conductas secundarias, tales como:
Movimientos de cuello, del tronco, de los miembros.  Movimientos de la cara como: muecas complejas, tensión de labios, pestañeo de ojos, cierre de labios, temblor (labio – lengua – mandíbula), dilatación de las aletas de la nariz, fruncimiento del ceño.  Chasquillos de la lengua, pérdida de contacto visual, actitud inmóvil, voz ronca, cambio de tono o de timbre, respiración: bloqueos y otro. Lo más conveniente es que  se visite a un Especialista en Lenguaje “Terapeuta de Lenguaje y/o Logopeda”.
La intervención en tartamudez temprana es una de las cuestiones que más interés ha despertado en los últimos años.   Por cuanto más tiempo  tartamudea el niño o la niña, más difícil y lenta será la recuperación de un lenguaje fluido.
La propuesta actual, se basa en seleccionar como primera opción métodos “menos agresivos” como el moldeado indirecto, o los programas de refuerzo del habla fluida  a través de los padres y madres de familia.
Finalmente es válido recordar que la tartamudez es una condición compleja que implica mucho más que la falta de fluidez en el habla. La mayor parte del fenómeno de la tartamudez está oculta. La tartamudez afecta a la persona en su totalidad. Incluye sentimientos, percepciones y emociones destructivas como vergüenza, turbación, culpabilidad, baja autoestima, frustración y miedo a situaciones particulares en las que se requiere hablar. El fenómeno de la tartamudez también abarca conductas inusuales como son los patrones de respiración irregular, la evasión del contacto visual y la sustitución de palabras.
La tartamudez puede ser comparada con un iceberg: El 90% de la masa de un iceberg está oculto debajo de la superficie. De manera parecida, la mayor parte del fenómeno de la tartamudez está oculta. Es un asunto complejo que se compone de muchos elementos diferentes: sentimientos y emociones negativas, conductas extrañas e ideas falsas que afectan todos los aspectos de la vida de una persona.

Disfluencia: Generalmente se habla de ella antes de los 7 años de edad.
Disfemia: Después 7 años de edad en el niño o niña.

¡Con pequeños pasos, grandes avances!

¡Manos a la obra! Recipiente para lápices

Lissette Cervantes Mora
Planificadora de Eventos Especiales y Manualista
No hay nada mejor que compartir con nuestros hijos y una manera sencilla es realizando una actividad manual que les enseñará a mantener el orden y al mismo tiempo reciclar.

Vamos a necesitar los siguientes materiales:
  •      Distintos tamaños de latas. Podemos utilizar latas de leche condensada, evaporada y vegetales.
  •         Pintura
  •          Pinceles
  •          Goma de silicón
  •         Accesorios para decorar.
Lo primero que vamos a hacer es pintar las latas, es necesario darle varias manos para un mejor acabado. Luego las pegamos en el orden deseado y decoramos.
                                              
Es importante asegurarnos que las latas no tengan ningún borde cortante.


Si desea conocer más ideas para trabajar con sus hijos en casa en estas tardes lluviosas o está planeando un evento especial, puede contactar a Lissette escribiendo a coqueturascr@gmail.com. Agradecemos a Coqueturas Talleres Creativos por su colaboración.