A menudo, conocer historias esperanzadoras nos motiva a seguir adelante, es por esto que deseamos compartir con ustedes el testimonio de vida de un pequeño gran campeón: Santiago Chacón Jacobo
¡Esperamos que impacte positivamente su día!
¡Esperamos que impacte positivamente su día!
Testimonio compartido por:
José Pablo Chacón & Laura Jacobo, papás de Santiago
Todo el embarazo fue maravilloso. Lo habíamos ansiado por mucho tiempo y lo disfrutamos mucho. Los exámenes y ultrasonidos siempre eran normales. Todo estaba bien. Pero al cumplir justos los 7 meses de gestación, Laura dejó de sentir los movimientos del bebé en su vientre. Pasamos una noche entera pendientes de que se moviera, pero no lo hizo.
A la mañana siguiente llamamos a la ginecóloga y nos dijo que nos recibiría de inmediato en su consultorio. Estuvimos ahí un par de horas. El ultrasonido mostraba que el bebé estaba vivo, pero su corazón era apenas perceptible, sus respiraciones también estaban a un nivel muy bajo.
La ginecóloga nos envió de emergencia a la Clínica Santa Rita, donde nació Santiago, para mantener a Laura y al bebé en observación. No parecía haber ninguna explicación para que Santiago estuviera como inconsciente o desmayado.
El consenso de los médicos consultados por la ginecóloga fue que había que hacer cesárea de emergencia. Y así sucedió ese mismo día.
La cesárea fue muy complicada, ambos estaban en peligro. Yo podía ver los monitores de Laura y sabía que su presión estaba por los suelos. No podían ponerle más anestesia por lo mismo.
Cuando por fin lograron extraer a Santiago, él estaba como inerte. Hicieron todos los procedimientos de rigor, pero siempre se extubaba (les introducen un tubito para verificar que todas sus vías están abiertas).
Inmediatamente fue trasladado en una ambulancia al Hospital Nacional de Niños. Fue muy triste ver a nuestro bebé recién nacido irse solito en una ambulancia.
Cuando Laura salió de sala de recuperación y estaba ya en una habitación, el pediatra que estuvo en el parto (y que ahora es el pediatra de Santi) regresó del Hospital, dijo que necesitaba hablar solo con nosotros dos. Así que todos salieron y nos quedamos solos con él. Fue cuando nos dio la noticia que jamás hubiéramos imaginado recibir. Santiago había nacido con una serie de malformaciones congénitas y requeriría de múltiples cirugías. Al día siguiente se le haría la primera.
Santiago nació con una atresia de esófago con fístula a las vías respiratorias. Eso quiere decir que su esófago no se conectaba con el estómago sino con sus pulmones. Tenían que cerrar la fístula e intentar unir el esófago con el estómago.
Santiago también presentaba otra malformación en el resto de su sistema digestivo. Su colon descendente se une con la vejiga en vez de desembocar en el recto y este en el ano.
El pediatra nos sugirió que lo bautizáramos esta misma noche.
Aquella noche, del día en que él nació, cuando lo fui a ver a la incubadora del Hospital, me impresioné de la cantidad de tubos y vías que tenía. Fue un panorama sumamente aterrador.
A la mañana siguiente Santiago fue sometido a la primera operación y todo salió bastante bien. Pero debía quedarse internado en la Unidad de Cuidados Intensivos de Neonatos. Fue conectado a un respirador y recibió alimentación parenteral.
Laura no pudo ir a verlo sino hasta varios días más tarde. Durante esos días Santiago fue sometido a múltiples análisis y exámenes. Nos hablaban de riesgos múltiples, de todo tipo. Había poca esperanza.
Cerca de 22 días después, ya Laura y yo podíamos estar juntos casi todo el día en la Unidad y nos turnábamos las visitas a Santiago, todo nos cambió una vez más.
Aquella tarde nos llamaron a una oficina aparte para decirnos que Santiago había sufrido una crisis general no identificada y que aún estaban intentando estabilizarlo. Nos dijeron que muy probablemente no iba a sobrevivir esa noche.
Esa tarde lloramos como nunca, estábamos devastados, no nos permitieron entrar a verlo. Regresamos a casa con el corazón hecho añicos. Y le rogamos a Dios que no se llevara a nuestro pequeño Santi.
Pasamos toda la madrugada llamando al Hospital para saber cómo seguía. Por la mañana salimos bien temprano hacia el Hospital y él seguía vivo. Pero sedado, hinchado y con un respirador de alta frecuencia. Era irreconocible.
En medio de todo esto, nos llega una noticia sorprendente. Los estudios de la placenta y del cordón umbilical habían revelado algo sumamente inusual en la gestación del bebé. El cordón umbilical carecía de la llamada “Jalea de Wharton”. Sustancia esencial para la transmisión de oxígeno y nutrientes en la vida intrauterina. Simplemente no la tenía. Por lo que era imposible que recibiera lo esencial para la vida. En el mundo solo se han reportado 50 casos iguales en 300 años. Y solo Santiago ha logrado nacer vivo con esa condición. No hay explicación, es imposible que un bebé sobreviva a esa condición, sin embargo estaba vivo y luchando por seguir vivo.
Estuvo 6 semanas en el Hospital y, por fin pudimos traerlo a casa. Qué día más feliz. Tuvimos que aprender muchas cosas. Alimentarlo por sonda, poner y quitar la cánula de oxígeno y manejar las máquinas condensadoras de oxígeno; tuvimos que aprender a poner, quitar y lavar todos los materiales de la colostomía. No podíamos recibir visitas ni sacarlo de la casa. Debíamos tener un estricto control de desinfección y un ambiente controlado (humedad y temperatura). Pero todo eso lo hicimos con todo el amor del mundo. Estamos dispuestos a pagar cualquier precio por la salud y la felicidad de nuestro hijo.
A Santi le restan al menos dos cirugías más. La próxima está programada para febrero. Sabemos que nos queda un largo camino que recorrer, pero también sabemos que vale la pena.