viernes, 1 de abril de 2011

Abuela sin previo aviso

Geovanna A. Sánchez
Historiadora y Docente, Universidad de Costa Rica

A los 19 años me convertí en mamá, era estudiante universitaria y me tomó mucho más tiempo del planeado concluir mi carrera, pero inicié el proyecto más importante de mi vida: la maternidad.
Veintiún años después, llegó por sorpresa pero cargado de bendición, mi nieto Santiago, quien me llenó de ilusión y de momentos felices; sentir sus pataditas, verlo en los ultrasonidos, visitar los departamentos y las tiendas para bebés; sin embargo, nada superó el momento en que por primera vez lo tuve entre mis brazos a solo minutos de su nacimiento.  En ese instante pasó lo mejor que ha sucedido en mi vida y recibí  la bendición más grande del Señor.
Siete meses después, puedo asegurar que él es la razón de mi vida y de mi felicidad y que vino a construir lo mejor que tenemos en mi familia. Amo escucharlo balbucear, los biberones, los pañales, los juguetes, salir de la casa por un par de horas con todo lo que parece ser un equipaje de viaje para tres días, sus risas, su mirada, su olor a bebé, verlo comer, jugar, dormir.  Lo amo profundamente.
Son muchos los caminos que el Señor utiliza para transformar nuestras vidas y llenarnos de bendición, si nos dejamos guiar por su mano recibiremos todo lo que Él tiene para nosotros.
Hoy disfruto de otro regalo de la maternidad, el ser abuela y me llena de orgullo y de felicidad poder decir que "soy la abuelita de Santiago."