lunes, 4 de abril de 2011

¿Es importante el gateo para mi hijo?


Priscilla Mora
Licenciada en Orientación Infantil y Máster en Educación Temprana de Framingham State College. Recibió cursos con Glenn, Janet y Douglas Doman, sobre el reconocido "Método Doman." Ha trabajado con niños y padres desde hace 17 años. Directora y decana en Educación en la Universidad Latina. Encargada de la sección de estimulación temprana del programa "Buen día" y a partir del mes de mayo conductora del programa "El ABC de los padres", por Xpert TV 33.

¿Es importante el gateo para mi hijo?

Mi respuesta es un absoluto SI!!

Gatear, es una actividad de grandes beneficios para los bebés que bien vale la pena prolongar por bastante tiempo.
En primer lugar, gatear es un escalón importante hacia la independencia, pues ahora el bebé ya no necesita ser transportado sino que se vale por sí mismo para llegar a donde desea, incluso para encontrar a sus padres cuando les pierde de vista. Esto fortalece su autoestima.
En segundo lugar, el gateo ayuda al bebé a ejercitar y perfeccionar la visión. El bebé debe aprender a “fijarse por dónde camina” para no chocar con los objetos, algo que no necesita cuando se le transporta. Aprende, a través del gateo, a enfocar ambos ojos para ver una sola imagen. Además, al tener que ver su camino entrena su visión para enfocar a una distancia de 30-40 cm aproximadamente, la misma distancia a la que deberá colocar el libro cuando empiece a leer y escribir.
En tercer lugar, gatear implica avanzar en patrón cruzado (brazo derecho y pierna izquierda para avanzar y brazo izquierdo y pierna derecha para apoyarse y viceversa), lo cual a la vez ejercita la coordinación entre el hemisferio izquierdo y el hemisferio derecho del cerebro. Al existir esta coordinación entre los hemisferios también se logra la coordinación de ambos ojos, oídos, manos, pies y en general del lado izquierdo y el lado derecho para realizar actividades como caminar, correr o saltar posteriormente.
En cuarto lugar, la estimulación del sentido del tacto envía muchísima información al cerebro cuando el bebé pasa por diferentes texturas como la alfombra, el piso, la madera, el zacate o el cemento. Además, puede sentir distintas temperaturas, como cuando el sol se proyecta por una ventana y calienta una porción del piso por donde está gateando el bebé.
Gatear es un proceso de estimulación integral importante, es un paso natural previo a caminar.

¿Por qué hay niños que gatean y otros que no?
Principalmente porque no todos los niños se desarrollan igual. Normalmente se sientan a los seis meses, empiezan a gatear a los ocho y a caminar al año. Pero hay niños que por otras razones tales como sobrepeso, bajo tono muscular, genética familiar o menor estimulación ambiental (no son puestos boca abajo para jugar), no desarrollan el suficiente control postural para llegar por sí solos a colocarse en cuatro pies, y por lo tanto retrasan la posibilidad de desplazarse en esta posición. El paso previo a gatear es el arrastre. Si un niño no gatea, tal vez pueda arrastrarse e incorporarse a la posición de pie, para luego caminar. Incluso hay casos en que los niños gatean después de haber aprendido a caminar.
O sea, el gateo dejó de ser el paso previo a la marcha.

¿Qué beneficios concretos tiene el gateo?
La importancia del gateo es que es una etapa de exploración. Es lo que permite a un niño conocer el medio, los conceptos de espacio (cerca-lejos, arriba-abajo, grande-chico), los límites físicos, la velocidad. Permite además formar los arcos de la mano (lo que en el futuro permitirá el uso de la pinza fina), favorece la disociación de movimientos en el tronco, lo que posteriormente será utilizado al caminar. Les da seguridad y confianza en sus posibilidades de exploración.

¿Qué papel juegan los papás?
Resulta básico el ojo clínico de los papás, aunque sean primerizos. Que sean capaces de entregar mucho cariño en forma espontánea, lo que implica mecerlos, acurrucarlos, hablarles con cariño, etc. Todo esto les ayudará a lograr una mayor estabilidad emocional, la que a su vez repercutirá en una estabilidad sensorial y motriz. Paulatinamente los padres pueden incrementar el desafío sobre las capacidades de sus hijos cambiándolos de posición, motivándolos a moverse y a explorar, alejándoles los juguetes para que se desplacen a buscarlos. Ya más grandes pueden armar laberintos con los mismos objetos y muebles de la casa, para que aprendan a moverse en espacios con límites y desarrollen este concepto.
Es decir, darles alternativas al gateo...
Claro, procurar el desarrollo de muchas formas diferentes. Hacerlo girar en el suelo, sentarlo apoyado con cojines para estimular el equilibrio y fortalecimiento del tronco. Ponerlo mucho boca abajo, porque le permite apoyarse sobre sus manos y brazos y favorece el arrastre.

¿Es recomendable la andadera?
Personalmente no lo recomiendo porque en él el niño aprende a caminar sin soportar adecuadamente el peso de su cuerpo sobre las caderas, lo que favorece un inadecuado desarrollo de sus piernas y arcos plantares. Esto a la larga se ve reflejado en una marcha independiente más retrasada y con ajustes posturales inadecuados.
En la actualidad es común escuchar que algunos niños no gatearon o que apenas lo hicieron. En muchos casos, se debe a la falta de tiempo de los padres para una adecuada estimulación y por lo general el niño va directamente al andador. Sin embargo, los padres deben tomar conciencia de que el gateo conlleva muchos beneficios en la vida futura de su hijo
Desde el momento del nacimiento, el crecimiento físico es un proceso que sigue ciertas pautas y un calendario madurativo en el que intervienen componentes hereditarios y factores ambientales como la alimentación, hábitos de sueño y reposo y el estado de salud del niño.
“Es importante que los padres tomen conciencia de la importancia de que su niño gatee, ya que este hecho será determinante en muchos aspectos. Sin embargo, el que sus hijos lleguen a gatear en muchas ocasiones pasa inadvertido por algunos padres. De hecho, no se le da la suficiente importancia al gateo, antecedente inmediato a los primeros pasos de un niño. Se debe tomar en cuenta que el gateo es básico para desarrollar correctamente el cerebro. Se ha comprobado que gatear desarrolla la visión, el habla, el equilibrio, la manualidad, la coordinación y la orientación, además de otras funciones”.
La falta de gateo en los niños se debe principalmente a la falta de conciencia de la importancia que tiene y a la falta de tiempo de los padres para una adecuada estimulación y por lo general el niño va directamente al andador. En otros casos, el menor se resiste a gatear y quiere saltarse esta etapa tan importante. Sin embargo, los padres deben saber que si se estimula adecuadamente y se tiene paciencia seguro que se logrará que su hijo gatee.
“El gateo cobra importancia porque desarrolla el movimiento grueso o desplazamiento con el cuerpo y el movimiento fino o manualidad, la orientación y discriminación espacial de fuentes acústicas y la futura capacidad de escritura. El gateo además otorga estabilidad en la cintura y hombros. Otro factor por el que se debe fomentar el gateo es la reacción de protección que otorga. Los niños que no gatearon tienden a caer de cara porque no utilizan las manos como medio de protección. Por otro lado, cuando el menor comienza a gatear es el primer paso a la independencia porque ya no depende tanto de la madre para moverse”.
Aunque no se crea, el gateo también influirá en diferentes subsistemas del movimiento que componen otros mucho más complejos como andar, correr, jugar al fútbol, etc. Por tanto, si el gateo se desarrolla correctamente se favorecen las conexiones futuras entre los dos hemisferios cerebrales. De estas conexiones depende el correcto desarrollo de funciones cognitivas y de movimiento más complejas. Por ello, es trascendental estimular el gateo.

El gateo y el desarrollo del cerebro
El gateo crea rutas de información neurológicas entre los dos hemisferios, es decir, facilita el paso rápido de información esencial de un hemisferio a otro. Estas rutas creadas no sólo sirven para sentar las bases de las funciones superiores de movimiento, sino que son precursoras de conexiones que servirán para crear otras entre los dos hemisferios y que son trascendentales para la maduración de las diferentes funciones cognitivas.

El gateo y la coordinación
“El gateo implica que el brazo derecho vaya sincronizado con el pie izquierdo y el brazo izquierdo con el pie derecho. A esto se llama patrón cruzado, ya que dos ejes se cruzan. Mediante el apoyo en equilibrio sobre estas dos extremidades opuestas, el ser humano puede desplazarse. Este movimiento comprende el eje de las caderas y de los hombros. Las articulaciones se mueven en rotaciones contrarias entre sí al avanzar gateando y crean una torsión relativa de la columna en cada sentido en función del eje actuante. Dicha torsión posiciona correctamente y sin sufrir presiones extrañas se tonifica adecuadamente los músculos, que más adelante permitirán que el niño mantenga la columna perfectamente erecta cuando esté maduro para caminar”, dice Claros.

El gateo, el niño, el mundo y su medio
“La distancia que existe entre los ojos y la palma de la mano al gatear se convierte en una medida fundamental. Con esa nueva medida corporal, el niño mide el mundo que lo rodea y se adapta más eficientemente al medio porque lo mide constantemente y va retomando información espacial ordenada”, explica Claros.
Un claro ejemplo de lo mencionado es cuando una persona después de muchos años vuelve a la casa donde pasó su infancia, la percibe más pequeña de lo que la recordaba. Esto se debe a que entonces la propia medida (medida de los brazos extendidos) era menor.
Establece la futura lateralización.
“En el nivel de desarrollo posterior al gateo comienzan los primeros procesos corticales (de la corteza) de lateralización. Con él, uno de los hemisferios se convierte en dominante y el otro en servidor, para no tener que operar con ambos a la vez. Al conectar los dos hemisferios gracias al gateo se facilita acudir más rápidamente a funciones más complejas que requieren de ambos hemisferios”, explica.
Un niño pequeño que quiere agarrar una pelota pondrá las dos manos a la vez porque la orden llega simultáneamente a ambos hemisferios. Un niño con un nivel de organización superior coge la pelota que le mandaron rodando con una mano o con otra, dependiendo de si está a un lado o a otro, o si está en un nivel superior de organización dependerá de si es diestro o zurdo.

Ayuda a poder escribir en el futuro.
Mediante el gateo se desarrolla la coordinación cerebral ojo-mano. Cuando el niño gatea se establece entre ambos una distancia similar a la que más adelante habrá entre ojo y mano a la hora de leer y escribir. Por tanto, favorece decisivamente la aparición temprana de ambas funciones —leer y escribir— con los beneficios adicionales que ello conlleva intelectualmente.

Algunos consejos:
Colocar al bebé boca abajo lo más pronto posible (con supervisión por supuesto) para que comience a levantar la cabeza. Luego, en esta posición con el tiempo ya no se sentirá fatigado y comenzará a tener fuerza en sus brazos y posteriormente en las caderas.
Una vez que haya logrado esto, se recomienda utilizar material ligero como juguetes de plástico y de colores llamativos y colocarlos frente a él, pero un poco alejados para que quiera alcanzarlos.
También puede colocar alrededor del pecho del menor una toalla y usted hacer el ejercicio de levantarla un poco para que el bebé quede apoyado en los cuatro puntos (piernas y manos). Si realiza este ejercicio varias veces, sin llegar a fatigarlo, podría estar estimulándolo a que gatee pronto.
Se recomienda que el niño se sienta cómodo en cuanto al lugar en el que está ubicado y la ropa con la que está vestido.
Gatear es un proceso que se desarrolla gradualmente desde que el bebé logra sostener su cabeza hasta que aprende a sentarse y a cambiar de ésa posición a una cuatro patas. No todos los bebés gatean en cuatro patas, otros prefieren arrastrarse con ayuda de sus manos. Incluso existen bebés que omiten la etapa del gateo y pasan a caminar; lo importante es que cuenten con la posibilidad de desplazarse y ejercitar sus músculos sin ningún inconveniente.
La etapa del gateo generalmente comienza entre los 8 y 11 meses de edad; aunque principalmente depende del ritmo en que se desarrolla cada bebé. Algunos pueden adelantarse o tardarse más que otros; lo ideal es que siempre estés acompañándolo y proporcionándole una adecuada estimulación durante los tres meses que dura esta etapa.

Estimulación para gatear
Sí el bebé encuentra dificultades a la hora de gatear hay que tener en cuenta que existen diferentes ejercicios para estimularlo. Uno de los ejercicios más recomendados es colocar algunos de sus objetos preferidos a cierta distancia para que él los tome por sí mismo. En el trayecto que deba realizar ponerle algunos obstáculos como cojines y almohadas. Es de gran importancia que nunca lo dejes solo, que alejes todos los objetos peligrosos con los que se pueda tropezar.
Entre los múltiples beneficios de gatear se encuentran:
• Tonificación de hombros, brazos y tercio superior.
• Se desarrolla fuerza, coordinación y habilidad en muñecas, manos y dedos.
• La coordinación de los dos lados del cerebro, hemisferio izquierdo y derecho, integra el sistema motor y todos los sentidos.
• Se aprende a mantener las piernas juntas, fundamental a la hora de caminar.
• Gracias a que el peso se desplaza hacia los hombros se desarrolla habilidad en la futura escritura.
• Aumenta la autonomía y la independencia del bebé. Así mismo éste comprende conceptos de distancia y espacio.