domingo, 25 de marzo de 2012

Atrévase a disciplinar



Por Departamento de Formación y Capacitación,
Enfoque a la Familia CR
“No hay ningún viento favorable para el que no sabe a qué puerto se dirige”
Arthur Schopenhauer
Dentro de la vasta cantidad de tareas que deben enfrentar los padres en la crianza de sus hijos, aparece el difícil, pero fundamental reto, de saber inculcar disciplina. Generalmente los padres se ven llenos de angustia al enfrentar semejante labor; recuerdan cómo fue su respectiva crianza, escuchan consejos de amigos y compañero, ven información en la televisión, pero la realidad se les muestra mucho más compleja. La aparición del tempo a equivocarse es muy normal y comprensible. El establecimiento de límites y la enseñanza de disciplina conllevan una gran responsabilidad y arduo trabajo, pero si es bien implementado, se hará evidente la gran satisfacción de legar al niño bases sólidas para enfrentar las vicistudes de la vida.

¿Qué es la disciplina y cuáles son sus principales objetivos?
Popularmente el término “disciplina” es usado para hacer referencia al método con el cual se generará obediencia. Esta apreciación corresponde a un viejo y deslegitimado enfoque educativo, este paradigma, aunque no ha quedado en desuso del todo en la práctica, al menos ya no cuenta con el aval de los especialistas en el campo del aprendizaje. Por el contrario, cuando se habla de disciplina, se hace referencia al proceso de adquisición de un conjunto de destrezas y pautas, que contribuyen al desarrollo de autonomía, autocontrol, y de comportamientos socialmente aptos para relacionarse interpersonalmente de forma adecuada.
Tomando en cuenta este marco referencial, no podemos visualizar al niño que aprende a través de la disciplina, como un ente pasivo. El niño debe ser capaz de entender la razón de ser de los límites que se le imponen, se le debe facilitar un espacio definido para la experimentación de alternativas, y debe tener la oportunidad de ser escuchado para que la disciplina sea incorporada y asimilada sólidamente. Se deben desechar creencias distorsionadas; la disciplina no implica:
  • Violentar las necesidades básicas e intereses individuales por suprimir una conducta inadecuada.
  • Aceptar incondicionalmente por parte del niño todo lo que dice una figura de autoridad, incurriendo en un acatamiento rígido e irracional de una conducta.
  • No persigue que el niño se porte bien únicamente para evitar castigos o para buscar premios, y que se dé solo en presencia de adultos.
  • Por el contrario, el proceso disciplinario, desde nuestro enfoque, se orienta hacia la consecución de los siguientes objetivos en los niños:
  • El desarrollo de la capacidad para dirigir su propia vida en forma sana y positiva.
  • Saber encauzar la energía y los intereses guiados por su propia motivación, más que por lo que pueda recibir a cambio (castigos o premios).
  • Poder determinar qué comportamientos y actitudes son los más adecuados según el contexto social en que se encuentre.
  • Manifestar respeto hacia los derechos, deberes, opiniones, indicaciones y valores de sus padres y demás personas.     
  • Desarrollar la capacidad necesaria para ser sistemático y ordenado en las iniciativas y actividades que realiza.
  • Entender los límites y reglas necesarias para alcanzar una convivencia armoniosa.

Aspectos fundamentales en la aplicación de la disciplina
A) Afecto: El acto disciplinario, bien llevado, es en realidad un acto de amor, ya que constituye la preparación para evitar exponer al niño a futuros rechazos. Si se logra entender esto, los padres sentirán menos culpa cuando le necesiten llamar la atención a su hijo.
B) Comunicación: La explicación de los límites, de las conductas deseables y de las sanciones ante la ruptura de reglas preestablecidas, deben ser expresadas por los padres de manera clara y concisa, de acuerdo al nivel de comprensión del niño.
C) Constancia y firmeza: El proceso disciplinario exitoso sólo es conseguido por aquellos padres que ostentan la paciencia suficiente, para ser constantes y firmes en sus pronunciamientos.
D) Buen funcionamiento familiar: Ninguna recomendación disciplinaria profesional funciona, si en el hogar existen discusiones fuertes, reclamos, violencia, abuso, negligencia; ya que el niño absorbe este ambiente emocional de confusión, temor y rabia, y, al no contar con la capacidad necesaria para escapar o entender lo que pasa, descarga conductualmente el sufrimiento que vive. Si queremos que los hijos se comporten adecuadamente, el aspecto más básico es brindarle un ambiente familiar sano.

¿Cómo formar a los niños desde el estilo disciplinario participativo?
Algunas recomendaciones:
  • Los límites, el estilo de comunicación y las responsabilidades tienen que adaptarse según el grado de desarrollo que tenga el niño. Según Piaget, el ser humano va adquiriendo habilidades vinculadas con la fase maduracional en la que se encuentre, por lo que los padres deben procurar ir estableciendo pautas muy concretas y rutinarias en la infancia temprana, y progresivamente, ir incluyendo directrices más complejas conforme el niño adquiera mayor comprensión, hasta alcanzar el dominio de la autodisciplina al concluir la adolescencia.
  • No se deben poner límites ni consecuencias que no se puedan cumplir. Además, se debe evitar que el estado de ánimo intervenga en el modo de poner límites, es decir, las reglas y las consecuencias deben permanecer firmes e independientes de si estamos alegres, enojados, o tristes.
  • Los berrinches son comunes en los niños que han aprendido que a través de ellos, pueden alcanzar sus intenciones al acabar con la paciencia de los padres. Si los padres consiguen aislar consistentemente tales explosiones emocionales (ignorando la conducta, no al niño), y ofrecen refuerzos por métodos alternativos que los niños pueden utilizar para alcanzar sus propósitos, la conducta tenderá a mermar y eventualmente a desaparecer.
  • La formación espiritual y la adquisición de valores en los niños también constituye un beneficio disciplinario fundamental, ya que aprenderán a guiar su vida según los preceptos del amor, de la solidaridad, de la cooperación, del respeto y de la igualdad.
La rectificación de estilos disciplinarios no es sencilla. Conlleva mucho trabajo en diversas áreas de la dinámica familiar, implica la ruptura de patrones generacionales arraigados, la transformación de estrategias, de visiones de mundo, y de patrones de comunicación, por lo que, si la conflictividad familiar comprende otro tipo de problemáticas que sobredimensionan la tarea, es recomendable la búsqueda de un acompañamiento profesional.
Después de un hermoso, pero arduo y prolongado trabajo, los padres que logren desarrollar las habilidades disciplinarias en sus hijos, se sentirán satisfechos tras su tarea. Los hijos, sin duda agradecerán el cariño y dedicación ofrecido por ellos, ya que a través de este esfuerzo, contará con las herramientas necesarias para enfrentar los retos que le depare el futuro.

Bibliografía

•Abarca Mora, Sonia. “Psicología del niño en edad escolar”. Editorial UNED. Costa Rica.
•Álvarez, Ana Teresa; Valladares, Blanca. “Guía de orientación a padres en el manejo de límites con sus hijos”. Editorial Universidad de Costa Rica. 1996.
•Clemens, Harris; Bean, Reynold. “Cómo desarrollar la autoestima en niños”. Editorial Debate, U.S.A.1999.
•Coon, Dennis. “Psicología. Exploración y aplicaciones”. Editorial Internacional Thomson,1999.
•Dobson, James. “Atrévete a disciplinar”. Editorial Vida. 1993.
Epstein, N., Schlesinger, S.E. y Dryden, W. (1988) Cognitive-Behavioral Therapy with Families. New York. Brunner / Mazel, Publishers.
•Givaudan, Martha; Pick, Susan. “Autoridad paterna”.Yo papá, yo mamá.
Editorial Planeta, México, 1995



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